Antes de empezar a detallar algunos consejos para potenciar la inteligencia emocional en el trabajo, veremos una definición de este concepto.
El concepto de inteligencia emocional, lanzado por Daniel Goleman a finales del siglo XX, rompe con el esquema de la exclusiva de la inteligencia por parte de los conocimientos y habilidades e incorpora los sentimientos. Así, definía la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las emociones”.
Es el primer paso y supone tener un buen conocimiento de nosotros mismos. Saber reconocer nuestras emociones, cómo nos afectan y cómo afectan a los otros. Además, supone hacerse un buen mapa mental de nosotros mismos, con nuestras debilidades y fortalezas emocionales, que absolutamente todos tenemos.
Una vez tenemos un buen nivel de autoconocimiento y autoconciencia, debemos saber controlar nuestros impulsos y poder tener un tiempo de reflexión antes de actuar sin llevarnos por ellos. Tener ese tiempo de “decalaje” nos ayuda a alejarnos de la situación que nos desborda, verla con perspectiva y control. O, incluso, nos ayuda a respirar y a calmarnos antes de dar una respuesta que puede ser descontrolada.
Comprender el punto de vista del otro, ponernos en su lugar, saber cómo se siente y el porqué de su actuación o de por qué se expresa de una manera u otra es una parte clave de la intel
En ocasiones estamos tan enfrascados en nuestros propios problemas, o nuestro ego se empeña en tener razón, que nos quedamos encerrados en un túnel con una sola visión. Dicho de otro modo: perdemos la capacidad de comprender el punto de vista de los demás o el por qué de una situación. Sin duda, la empatía es necesaria para reconocer los sentimientos de los demás, eliminar la indiferencia y aumentar nuestro nivel de comprensión. Aquí te dejo algunas reflexiones de Mahatma Gandhi que profundizan mucho en este aspecto.
Una persona que es inteligente desde el punto de vista emocional sabe controlar sus impulsos, sus emociones y pensar antes de actuar. La autorregulación supone el uso de la asertividad, la apertura a nuevas ideas, la flexibilidad ante los cambios.
Se trata no solo de escuchar a otra persona, sino de realmente ponernos en su lugar, saber cómo se siente, qué emociones siente, por qué las expresa de una determinada manera.
Las anteriores características ayudan a que la persona con inteligencia emocional sepa gestionar correctamente sus habilidades sociales para tener contacto con todo tipo de personas y generar confianza.
Una persona inteligente emocionalmente no necesita que la reconozcan o que la premien cuando logra algo, porque es capaz de automotivarse, de buscar en su interior las razones para seguir adelante en su vida.
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